Desde hace tiempo, el término ‘participación ciudadana’, o viene siendo utilizado de manera interesada desde esferas políticas municipales, o bien la actual ineficiencia de dicha participación, es admitida con preocupante conformismo o pasividad. Sea cual sea la causa, es un hecho objetivo que el concepto necesita ser revisado, todo lo lejos posible del debate electoral, para lograr una mayor proactividad de los ciudadanos en la gestión de sus problemas sin interferencias partidistas.
Las encuestas dicen que, comparando a los españoles con el resto de europeos, nuestra implicación social en hechos puntuales (manifestaciones, campañas de colaboración económica, etc.) es alta, pero que la pertenencia a asociaciones, sindicatos o partidos políticos es muy baja. De alguna manera las asociaciones no han sido capaces de conectar plenamente con los ciudadanos para lograr que se integren y participen activamente en las actividades que desarrollan, y no porque no lo hayan intentado.
Trasladando esta cuestión de la participación ciudadana a nuestra política municipal, basta con repasar los ejemplos de Talavera y Toledo. En Talavera, existen unos ‘Consejos Locales’ a los que, para acudir, necesitas pertenecer a algún colectivo/asociación. Está prohibida la entrada de cualquier ciudadano a título personal (excepto para el de Igualdad). En Toledo se sustituyeron hace casi un año las antiguas ‘Juntas de Distrito’ por unos nuevos ‘Consejos de Participación’ en los que las asociaciones de vecinos han recuperado el voto, aunque el mismo no es vinculante. Si un ciudadano quiere intervenir en el turno de ruegos y preguntas en estos Consejos, ha de solicitarlo por escrito al concejal-presidente con anterioridad a la celebración del mismo. Demasiado ineficiente. Prueba de esta ineficiencia es que se ha diseñado una nueva fórmula complementaria a los Consejos, que son las ‘Asambleas de Distrito’. El objetivo teórico vuelve a ser mejorar la participación, pero la estrategia utilizada –formular dudas en un link de internet- no ha conseguido movilizar al toledano, ni acercarle al tejido asociativo.
Este retrato de una ciudadanía que parece desactivada, apática e inconstante, contrasta al ver esos movimientos en redes sociales -que surgen espontáneamente- repletos de demandas vecinales, o cuando se observa el seguimiento multitudinario a convocatorias como las del 11 de noviembre en Talavera (con 30.000 personas en la calle). Contamos, en definitiva, con una ciudadanía poco articulada y asociada, con dificultades para contribuir a la resolución de los problemas de su ciudad; pero con capacidad de detección de sus problemas, de búsqueda y oferta de posibles soluciones, y capaz de movilizarse cuando hay algo que le mueve de verdad.
Para escapar de este círculo vicioso de impermeabilidad institucional y apatía ciudadana que experimentamos en nuestros municipios, es imprescindible que las asociaciones y los políticos salgan al encuentro de los ciudadanos, consiguiendo canalizar el ‘ciber activismo’ actual hacia una ‘ciber ciudadanía’ con facilidad para preguntar y ser respondido (blogs, foros, revistas municipales digitales, etc.). Esto exigirá de una mayor profesionalidad para los organismos encargados de escuchar y ejecutar las demandas vecinales -desligando esas actuaciones de intereses particulares-, y estableciendo un plan estratégico objetivo para concretar qué parte del presupuesto se puede destinar para satisfacer esas demandas vecinales.
Ni el interés partidista, ni el lamentable conformismo justifican mantener estructuras ineficientes, con trabas a la entrada de las demandas ciudadanas, sin el adecuado desarrollo tecnológico, sin la oportuna dotación de recursos y, por tanto, sin capacidad real de respuesta.