Artículo de Opinión, por Susana Hernández

 

Momentos difíciles y duros, como los que vivimos desde hace semanas, requieren de un liderazgo que esté a la altura de las circunstancias.

Las noticias, lacerantes hasta el más recóndito tuétano, remueven al más templado. Porque hablamos de una crisis que no entiende de género, de clases sociales, de ideología ni de religión. No porque alguna de esas cosas -de forma aislada o en conjunto- constituyan un motivo legítimo para justificar lo que vivimos, sino porque la arbitrariedad de a “quien elige” lo hace más sigiloso y por tanto, más difícil de detectar y acaso, combatir.

Sí quizá, la edad -junto a las patologías previas- ha sido una de las pocas variables que ha hecho poner el foco de atención sobre este colectivo, aunque el resultado de la gestión que hemos visto deja demasiados interrogantes y la respuesta a la crisis ha sido escandalosamente desigual en función del territorio.

Susana Hernández, concejal y portavoz de Cs Talavera

La sociedad, de forma grupal, está respondiendo con la responsabilidad que les es solicitada. Incluso, el ingente número de iniciativas ciudadanas puestas en marcha por propia voluntad, nos demuestran grandes dosis de solidaridad, altruismo y empatía.

Pero, ¿es la misma responsabilidad que estamos manifestando los políticos?

Comenzando por el “no”. No es el momento de las fotos. No es el momento de las críticas estériles alzando la voz por encima del de al lado. No es el momento de pensar como “partido” sino como servidor público de todos, incluso de aquellos que no nos votan en un momento dado. No es el momento de ocupar puestos por Decreto con nocturnidad y alevosía -ahí tenemos el momento estelar de Iglesias-. No es el momento de cambiar las reglas de juego y aún  menos intentar -por la puerta trasera- ir inoculando, en la ya abatida sociedad, tesis trasnochadas que a lo único que llevan es a una lógica pérdida de las libertades más individuales y legítimas. No es el momento de pedir “unidad” y lealtad ante los medios cuando con los actos lo que realmente se hace es tratar de imponer el “esto es lo que hay”. No hay que confundir al ya confundido pueblo con información dispar, inexacta e incluso equívoca. No es el momento de ceder a la improvisación amparándose en la falta de precedentes a esta crisis. No es momento de culpabilizar decisiones pretéritas para justificar el resultado de las acciones propias. No es momento de populismos, ni sectarismos y aún menos de la más mínima insinuación de la existencia de ciudadanos de primera o de segunda.

Y continuando con el “sí”. Sí es el momento de la transparencia; De la unión real frente a la imposición; Del diálogo; Del reconocimiento de los errores; De la humildad para aceptar y actuar en consecuencia con la máxima del “mejor todos a una que cada uno por libre”; Es el momento de aceptar con honestidad que “si no somos partes de la solución, somos parte del problema”; El momento de la reflexión para parir planes que se adecúen en tiempo y forma a las necesidades reales de la población y no meramente a los adeptos ávidos de propaganda electoralista; El momento de poner el altavoz a los clamores populares que evidencian los expertos; Es momento de la proactividad, frente a la aplastante reactividad que vivimos cada día.

Es el momento de los Pactos para la Reconstrucción de nuestro gran país y el conjunto de sus habitantes, donde de una forma consensuada y moderada ayudemos a destapar los errores que se han venido produciendo y a cambiar la improvisación por la planificación.

Es el momento de trabajar, con pico y pala, con altura de miras, con sentido de Estado, con la cabeza fría, con la idea del “todo” sobre “la parte”, con la idea de que ahora no es momento de  hablar de territorios sino de personas, con soluciones no con anuncios …

Es el momento del liderazgo.