Por Julio Comendador Arquero. Diputado provincial y portavoz de Ciudadanos (Cs)
En estos días de celebración del aniversario de la Constitución, se ha hablado mucho de la posibilidad de reformarla. Para tratar esta cuestión con cierta racionalidad, hay que debatir primero los problemas y después abordar las soluciones. En este orden. Y respecto a los problemas, está claro que aún quedan muchas administraciones que gozan de una especial ‘partitocracia’ como degeneración de la democracia. Esto es, que los partidos mayoritarios aún consideran lo público como patrimonio propio, quedando los intereses generales desatendidos en favor de los intereses partidistas.
En este tipo de instituciones, quienes tienen el poder político no son los ciudadanos que mediante su voto inician el proceso democrático, sino unos partidos encerrados en sí mismos, movidos por los intereses personales de sus cuadros y dirigentes. Y mucho de esto he visto en los cinco meses que llevo en la Diputación de Toledo. Y para muestra no hace falta referirse a enchufes o a dinero que va directo a los amiguetes. Basta con comprobar el funcionamiento diario de esta casa. Ahora con el PSOE y, cuentan, antes con el PP. Y cito varios ejemplos. Ahí van.
El Pleno más largo al que he asistido creo que ha durado 15 minutos. La falta de intención a la hora de que haya debate público es manifiesta. Ya entiendo por qué no se ha implantado la retransmisión en directo de estas sesiones, tal y como se aprobó por unanimidad en mayo de 2016 a propuesta de Ciudadanos. “Al menos así no se nota”, pensarán.
Algo que también sufro como diputado provincial es la imposibilidad de utilizar la Sala de Prensa de la institución, pues quienes gobiernan siempre han decidido que sea de su uso exclusivo. Los periodistas son los primeros que se quedan perplejos ante tal situación, porque es una práctica que no se da en el resto de diputaciones de Castilla-La Mancha. “A ver si así a los periodistas les da pereza acudir a las convocatorias de prensa que haga la oposición, que no disponen de los medios adecuados”, pensarán.
Por otro lado, en la Diputación de Toledo, la mayoría de los movimientos que hacen los grupos políticos de la oposición tienen que contar con la aprobación directa de Presidencia. Desde la solicitud de material de papelería hasta el registro que vaya destinado a cualquier funcionario de esta casa. Primero a Presidencia. Sirva como ejemplo más visible el hecho de que en las visitas que he realizado para conocer centros dependientes de esta institución como la residencia social San José, El Borril y el campo de tiro de La Bastida, me he visto obligado a ir acompañado por un diputado del equipo de Gobierno. Lo cuento a cualquier diputado compañero del partido de otra provincia y no da crédito. “No vaya a ser que pregunte algo o se interese por algo que incomode”, pensarán.
Creo que es suficiente. Si las pequeñas cosas del día a día de la Diputación no funcionan correctamente, ¿cómo serán esas que me faltan por conocer que inciden directamente en la vida de los habitantes de la provincia de Toledo? Si estamos de acuerdo en que a este tipo de actuaciones hace falta darles una vuelta, acercaremos la democracia al ciudadano y le situaremos en el centro del sistema político. En muchas administraciones de España ya se están dando pasos en este sentido. Ahora nos toca a los toledanos.