Aristóteles, Maquiavelo y Churchill dijeron aquello de la política es “el arte de lo posible”; pero voy a poner sobre la mesa uno de esos casos en los que los políticos implicados parece que nos tratan de hacer creer que la política es justo lo contrario: el arte de lo imposible. Se trata del servicio de transporte público entre Talavera y Toledo, las dos ciudades más importantes de la provincia de Toledo.

Julio Comendador, portavoz provincial de Cs en Toledo

Recuerdo de mi etapa universitaria los viajes en autobús hasta Talavera. Se hacían bastante pesados, sobre todo por la conexión en carretera de doble sentido hasta Torrijos; pero al menos había bastantes servicios directos y los autobuses iban acordes a los tiempos. A falta de conexión ferroviaria entre ambas ciudades, qué menos. Eso sí, los usuarios aguardaban esperanzados la inauguración del tramo de la A-40 entre Toledo y Torrijos que se retrasó hasta noviembre de 2012. El viaje en autobús entre Toledo y Talavera no podía ir a peor. Lo suyo es que a día de hoy y, casi por inercia, el transporte público entre ambas ciudades se haya perfeccionado adaptándose a las mejoras en: la infraestructura de la carretera, la mecánica de los autobuses y el uso de las nuevas tecnologías de la información.

Pero no. Es un despropósito prácticamente todo: los horarios de autobuses publicados en las estaciones y en internet que no se corresponden con la realidad, o se cancelan sin preaviso (el 10 de noviembre se han publicado unos nuevos horarios sin tener en cuenta al usuario), autobuses en mal estado, precios poco asequibles, etc.

Que se lo digan, por ejemplo, al personal sanitario que se desplaza a diario de Talavera a Toledo porque, debido a la reducción de personal en el Hospital de Talavera, les toca ir a trabajar al Hospital del Virgen de la Salud o al de Parapléjicos. Llevan unos días recogiendo firmas para que la Consejería de Fomento de Castilla-La Mancha tome cartas en el asunto, porque es la responsable directa de que la UTE de empresas —que ostenta la concesión administrativa— haya convertido este servicio público entre las ciudades más importantes de la provincia en un auténtico caos.

Los que hicieron la campaña electoral de que con el gobierno de Page en Castilla-La Mancha se iban a acabar todos los recortes, hoy se esconden. Vendieron que con el PSOE todos los servicios públicos iban a estar asegurados, que no era posible ir a peor, que se había tocado fondo. Y han conseguido cosas que parecían imposibles, como que el servicio de autobús entre Talavera y Toledo fuese a peor. Desde estas líneas, vaya un llamamiento a la responsabilidad y a la rendición de cuentas; que son dos valores que, si se pusieran en práctica más a menudo, haríamos de la política “el arte de lo posible”.